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dimarts, 15 d’agost del 2017

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El 1857, Víctor Balaguer va publicar un seguit de llibres dedicats a explicar els pobles vistos des del ferrocarril.

Al seu pas per Montcada i Reixac ara fa 160 anys, Balaguer ens descriu la població com a senzilla i pobre però amb un gran passat històric pel fet de mantenir el castell dels Montcada.

En aquells moments encara hi havia algunes restes del castell, sobretot la torre del homenatge que va ser aprofitada per a bastir la torre de telegrafia òptica uns anys enrera.

Ens parla de la magnífica muntanya, el nostre turó, i de les aigües que brollen a la Font del Ferro, així com de les del rec comtal. Ens parlarà també de Santa Engràcia i de la verge del turó de Montcada. Tot un gran viatge en tren de l'època.

Veiem doncs què va escriure Víctor Balaguer sobre Montcada i Reixac.



(...) ¿Veis esa montaña á la cual sube y en la cual penetra el ferro-carril de que acabo de hablaros? Observad su colina de rápida pendiente, observad su pico que se levanta en forma de cono, descollando entre las demas de la cordillera que cierra el anfiteatro el llano de Barcelona. Es la famosa montaña  de Moncada, que se alza, centinela vigilante y eterno posado en el lindero del Vallés, como para observar indistintamente este llano y el de Barcelona.

En lo mas alto de ell se ven las ruinas del castillo que fué un tiempo mansion señorial de la noble y orgullosa familia de los Moncadas. En el dia la torre de homenage de la antigua fortaleza feudal sirve de telégrafo militar.

Continua lo bello del paisage. Atravesamos una huerta de frutales.

Estamos ya en Moncada.

Moncada. Hé aquí una pobre y sencilla poblacion compuesta casi únicamente de esa hilera de casas ante la cual nos hemos parado, y sin embargo hay que decir no poco de este lugar. Muchas vilas hay que no tienen un pasado como el suyo. Verdad es también que su historia consiste en la de su castillo.

Este lugar se halla al pié de la montaña como si en ella buscara su protector apoyo, y esa montaña, prescindiendo aun de su muy parte histórica, es famolsa por sus aguas de hierro primero y luego por su mina que es la que abastece de aguas á la capital.

Ocupémonos de unas y otras.

En lo antiguo Barcelona no tenia mas agua que la de la acequia Condal y Read de que hemos hablado. En el dia tiene un manantial que procede de las montañas del N. O. y que fué descubierto á mediados del siglo XIV por el ciudadano Jaime Fivaller, ascendiente del ilustre y esclarecido conceller de este nombre, y otro que procede de la mina de Moncada. Antes de tener este, que solo data de principios de este siglo, contaba con el citado de las montañas del N.O y el caudal de la acequia, que no era siempre seguro, y que tenía el grave inconveniente de ir descubierto hasya el pié de las murallas, pudiendo así fácilmente ser basterdeado con materias estrañas nocivas á la salud pública. Para remediar este mal, el capitan general de Cataluña, Sr. marqués de Campo Sagrado, consiguió que el rey concediera 1400 plumas de agua del manantial de Montcada, con faultad al Ayuntamiento de beneficiar hasya 500 de ellas para  con su producto costear los castos de su conducción á la capital.

El 7 de enero de 1825 pasó el general al punto de Moncada de donde denia tomar orígen el acueducto, y puso la primera piedra de este. Empezáronse los trabajos y continuaron con toda la actividad y porfia que caracteriza á los catalanes, y en poco mas de un año quedó terminado el acueducto, todo de mampostería, abovedado, largo de 10000 varas, alto de 1 y ancho de 2.

Vamos ahora á las aguas gerruginosas, ó sea á las de la Font del ferro, como las llaman los naturales.
Un recodo de la montaña impide que desde la carretera se descubra el lugar de esta fuente, que fué costeada por el Ilmo. Sr. Obispo de Barcelona D. Gavino de Valladares y Mesia, el año 1792, con motivo de haberle aquellas aguas curado de cierta antigua dolencia que padecia. Antes de esta circunstancia, el agua se abria paso por varias partes, siendo muy dificil encontrar la peña de donde brotaba. El agua brota cristalina del caño, cuya parte interior aparece cubierta de un ocre de color entre rojo y amarillo. Su sabor no es nada ingrato, pero deja conocer la presencia del hierro por el gusto de tinta que tiene. Cien libras de esta agua minera, segun el análisis y dictámen de sabios facultativos, contienen:

Sulfato de sota. . 336 gramos
Sulfato de cal.  . 24
Hierro..  .  .   . 130
Acido carbónico .. 5 pulgadas cúbicas por libra.

El hierro está combinado con el ácido carbónico formando un carbonato de hierro.
Para comodidad de los muchos dolientes que no solo de la capital sino tambien de diversos puntos del Principado acuden, se construyó recientemente una elegante hospedería en un punto delicioso del monte, al pié del cual empalma con la líne adel Norte el ferro-carril que hoy va á Tarrasa y que un dia debe ponernos en comunicacion con Madrid.

La iglesia parroquial de este lugar es de fundacion antiquísima y en el año 1381 fué trasladada al sitio que hoy ocupa donde se alzaba entonces una sencilla y modesta ermita, Se denomina de Santa Engracia ó de Gracias, fué dependiente del monasterio de Gerónimos de la Murtra, permutada despues por la parroquia de Reixac, y constituida últimamente aneja de la de los santos Acisclo y Victoria de las Feixas.

Venérase en esta iglesia la imágen de la Virgende Moncada que antiguamente estaba en la capilla del castillo, y que, segun los cronistas Pujades y Feliu, fué fallada en la famosa cueva cuya boca existe aun junto á las ruinas de la morada feudal de los Moncadas, cueva que se supone atraviesa, siempre por debajo de tierra, una basta estension de territorio yendo á desembocar en la misma playa del mar muy cerca de Montgat. De las tradiciones de esta cueva y de las del castillo me hago cargo detallada y minuciosamente en mi otro Guia de Barcelona á Terrasa. Por lo que hace á la Virgen de Moncada es una sencilla imágen de barro de cinco palmos de alto.

Nada mas de particula ofrece este pueblo. Sigamos adelante y lanzémonos de nuevo á devorar el espacio en alas de ese mónstruo que rasga el aire como las nuves el rayo. Nos espera el Vallés con sus rientes comarcas y sus históricos recuerdos.



Font: Guia de Barcelona á Tarrasa por el ferro-carril. Víctor Balaguer. 1857

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